La culminación del desnudo renacentista se produjo en la obra de Miguel Ángel, para el que el cuerpo humano desnudo tenía un carácter divino que le otorgaba una dignidad inigualable en cualquier otro desnudo contemporáneo. Por entonces, señalaba que «la fábrica de jabón ‘La Rosario’ patrocinaba las actuaciones de los coros y realizaba unos programas donde figuraban los autores. Todo eso, lógicamente, se ha perdido». El club hizo un lento pero constante progreso en las siguientes temporadas.